Es lo que muchas veces nos preguntamos, cuando todas las tareas parecen ser URGENTES. Para empezar, te será de utilidad confeccionar una lista de tareas pendientes, diferenciando lo que es realmente urgente de lo que no lo es. Para esto habrá que aplicar el menos común de los sentidos, el sentido común. Aquí van algunos consejitos para establecer prioridades:
- Si tu jefe es una persona muy impaciente, mejor será cumplir con sus requerimientos cuanto antes. De esta manera evitarás sus insistentes intromisiones y terminarás ahorrando tiempo.
- Gestión de viajes urgentes. ¡No dejemos a nadie en tierra!
- En cuanto a los temas administrativos, resuelve lo más urgente. Contradiciendo al conocido refrán: ¡Deja para mañana, lo que pueda esperar!
- Hay momentos en que parecemos víctimas de una conspiración. No dejan de pedirnos cosas urgentes y el teléfono no nos da tregua. En estos casos, lo más sensato es tomar nota y explicar amablemente que resolveremos el asunto en cuestión, en cuanto nos sea posible. Si alguien insiste en que "lo suyo" es lo más prioritario, consúltalo con tu jefe, para evitar posibles conflictos. Al final, al que le tienes que rendir cuentas es a tu superior.
Por último, recuerda aquella famosa frase atribuida a Napoleón: Vísteme despacio, que tengo prisa. No olvides nunca hacer una revisión final de tu trabajo. De esta manera, podrás evitar errores indeseados.
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